Volvemos al
fútbol en blanco y negro en esta nueva edición de las “Leyendas del Madridismo”. Regresamos a los inicios del balompié en
nuestro país, a los primeros años de competición. Y lo hacemos de la mano de
uno de los mejores defensas de la época, que marcó una era junto a dos de sus
compañeros en el Real Madrid. Hoy hablamos de Ciriaco.
Ciriaco nacía
el 8 de agosto de 1904 en Éibar. Sus primeros pasos en el mundo del fútbol los
dio en la Unión Deportiva Eibarresa (el actual Sociedad Deportiva Eibar) equipo
de su ciudad. Tras años jugando allí, da el paso de fichar por el Deportivo
Alavés en 1925. Es en el Alavés donde coincide con quien formaría una de las
dúplas históricas del fútbol español, nacía la sociedad “Ciriaco-Quincoces”. Su compañero y amigo, Quincoces, dijo en alguna
ocasión: “Ciriaco y yo éramos uno solo”.
Su excepcional labor defensiva les llevó a Primera División, su trabajo no pasó
desapercibido para Don Santiago Bernabéu, quién cuando era delegado del club
les llevó al Real Madrid en 1931.
Así, el club
merengue conseguía tener al trío defensivo de la selección nacional sus filas,
ya que Ricardo Zamora había llegado un año antes. Se formaba, de esta manera,
el trío de moda en el fútbol de los años 30 ‘Zamora, Ciriaco y Quincoces.
Sus primeros
años en el Real Madrid no pudieron comenzar de mejor forma, dos años, dos
campeonatos de Liga, las dos primeras Ligas que ha ganado el club a lo largo de
la historia. Fue en su primer año como merengue cuando Ciriaco disputó su mejor
partido, fue el 31 de enero de 1932 ante el eterno rival, el Barcelona. El
Madrid ganó 2-0 y las crónicas ensalzaron la figura de Ciriaco al no dar ni un palmo
de terreno a Samitier, Parera y cía. Ese año el Real Madrid no perdió ningún partido.
En estas primeras campañas, Ciriaco disputó la mayoría de los encuentros, nadie
se imaginaba la zaga blanca sin el vasco. Sin embargo, una fuerte lesión en su
tercer año como merengue le apartó de los terrenos durante casi toda la
temporada, clave para que el equipo no ganase su tercera Liga en tres años. A
su vuelta, el Madrid consiguió volver a lo más alto, ganando dos Copas.
Si en aquella época se les conocía como
el mejor trío de España, tras el Mundial de Italia de 1934, esta terna se
convirtió en la mejor a nivel mundial.
El inicio de la Guerra Civil Española
adelantó la retirada del genial defensa, volvió a Eibar y jugó durante poco
tiempo en el Alavés, una vez más. Poco después colgó las botas de forma
definitiva y, una vez normalizada la situación en España trabajó durante muchos
años en el Banco Guipuzcoano.
Con el Real Madrid llegó a disputar 117
partidos oficiales y con la Selección 14. Su palmarés es envidiable para la
época, dos Ligas y dos Copas de España y cinco Campeonatos Mancomunados.
Destacó por su contundencia y potencia,
nunca se complicaba, hacía su trabajo como el mejor. En nuestros tiempos puede
que el defensa-atacante sea lo que muchos reclaman, en aquella época, y aún hoy
todo equipo debe tener este perfil de jugador, el defensa debía ser sobrio y no
complicarse, defender, defender y defender, y muy pocos a lo largo de la
historia lo han hecho tan bien como Ciriaco.
¡GRACIAS CIRIACO POR HACER QUE EL MADRID FUESE GRANDE
DESDE EL PRINCIPIO Y HALA MADRID!
No hay comentarios:
Publicar un comentario