En toda
generación hay un jugador que pone ese toque especial de clase, que cuando el
partido está atascado da un toque, un pase, mágico para solucionar la
situación, en la ‘Quinta del Buitre’ ese futbolista prodigioso era: Martín
Vázquez.
Rafael Martín
Vázquez nació el 29 de septiembre de 1966 en Madrid, merengue desde siempre,
tuvo muy claro desde niño cual era su sueño, jugar algún día en el Real Madrid.
Para lograr ese objetivo comenzó a jugar al fútbol en los Escolapios,
destacando sobre el resto de compañeros de forma notable. Por aquel entonces,
cuando Rafa contaba con apenas 11 años, Rodríguez Laborda, componente del
cuerpo técnico de las categorías inferiores del club blanco, comentó al jefe de
fútbol del mismo, Alberto, que había visto a un niño que se convertiría en
estrella: ““¡Vengo como loco! He visto a
un chaval excepcional, uno de esos talentos que salen una vez cada muchos años.
Tenemos que conseguirlo. Se llama Martín Vázquez y juega en los Escolapios”.
Alberto no se lo pensó dos veces e inició las negociaciones con el padre de
Martín Vázquez.
Un año más
tarde, en 1980, ‘Rafita’ recaló en La Fábrica. Las negociaciones por él habían
sido duras, los Escolapios no querían dejarle marchar pero finalmente tuvieron
que ceder. A los 16 años ya estaba en el Castilla y con 18 fue ascendido al
primer equipo de la mano de Alfredo Di Stéfano, quien en aquellos años ocupaba
el banquillo blanco. A partir de ese momento, se convirtió en un habitual del
primer equipo, convirtiéndose en el jugador especial que todo equipo necesita y
llevando la responsabilidad del equipo en la zona del área. Sin embargo, su
encumbramiento a la cima llegó en 1986, cuando fue la pieza fundamental para
que el Real Madrid ganase en esa campaña la Liga y su consagración en 1990 con
sus 14 goles en 34 partidos.
Cuando Martín
Vázquez se había convertido en un peso pesado de la plantilla, en julio de
1990, pone rumbo al Torino por discrepancias en su renovación con el mandatario
del club Ramón Mendoza. En el club italiano no llega a despuntar y en el verano
de 1992 fue traspasado al Olympique de Marsella, allí tampoco logró ser el
futbolista que había deslumbrado en España y pese a afirmar que no volvería al
Real Madrid mientras Mendoza fuese Presidente, regresó al club de toda su vida.
En su segunda
etapa, las lesiones fueron las principales protagonistas de su paso. Aunque sí
que tuvo grandes actuaciones cuando Valdano ocupaba el banquillo. El final de
su etapa en el Madrid no tardaría en llegar, su rol en el equipo había cambiado
y había pasado a ser uno de los prescindibles por lo que antes de colgar las
botas de forma definitiva, puso rumbo a Galicia, para acabar sus días como
futbolista en el Deportivo de la Coruña en 1995.
Aún hoy sigue
defendiendo la elástica blanca en el equipo de veteranos del club, labor que compagina
con el de comentarista deportivo.
En sus 342
partidos oficiales como vikingo, Martín Vázquez anotó 47 goles, ganando 6 Ligas,
3 Copas del Rey, 4 Supercopas, 1 Copa de la Liga y 2 Copas de la UEFA. Su talento,
su perfecta técnica, su clase hicieron de él uno de los principales artífices
del éxito de la ‘Quinta del Buitre’ pese a que no fue tan inmensamente
reconocido como alguno de sus compañeros.
¡GRACIAS POR ILUMINARNOS CON TU CLASE MARTÍN Y HALA MADRID!
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