Nuestro
protagonista de esta semana estuvo la friolera de dieciséis años en el club,
toda una vida dedicada al Real Madrid. El término centrocampista se le quedaba
pequeño, podemos definirle como el ‘Todocampista’:
Gallego.
Ricardo
Gallego nacía el 8 de febrero de 1959 en Madrid. Se puede decir que nació con la camiseta del
Real Madrid puesta, desde bien pequeño conoció el Santiago Bernabéu por dentro
a la perfección, y es que su padre, socio del club, le enseñó a amar al equipo
blanco desde siempre. Con solo seis años, Gallego ya era socio del Madrid.
Ricardo jugó
en el club desde su más tierna infancia, pero siempre con equipos superiores a
los que le tocarían por edad. Y de esta manera, pasito a pasito, Gallego fue
subiendo de categoría hasta culminar su ascenso en el Castilla. Había nacido
para triunfar en el Real Madrid y no cesó en su empeño hasta conseguirlo.
Gallego disputó
la final de la Copa del Rey más histórica del club merengue, aquella mítica
final de 1980 en la que los dos finalistas fueron el Real Madrid y el Castilla.
Un hito que nunca se había visto, ni se ha vuelto a ver. El Castilla se había deshecho
del Hércules o Sporting, entre otros, pero también del mítico Athletic de
Bilbao. Eso sí, acabó cayendo en la final ante los ‘mayores’ por 6-1, pero el
hecho quedará indeleble en la historia del fútbol.
Nueve temporadas
permaneció Gallego en el primer equipo, 364 partidos oficiales y 59 amistosos
nacionales e internacionales, en los que marcó 31 goles y cosechó un palmarés
envidiable: cuatro Ligas, dos Copas del Rey, una Copa de la Liga, una Supercopa
de España y dos Copas de la UEFA.
Comenzó jugando
de libre, para más tarde rotar en esa posición y en el centro del campo.
Ricardo fue un jugador comodín, jugaba en dos posiciones y las dos las
desempeñaba a la perfección. Este esfuerzo se vio recompensado con un puesto
indiscutible en el once titular de la época.
Ya en la
treintena, Gallego decidía irse del club de su corazón, sabía que ya no estaba
a su mejor nivel y prefirió probar otra Liga, en su caso el Calcio, para volver
a España de la mano de su amigo Camacho que entrenaba al Rayo por entonces. Así
ponía fin un grande del país a su carrera futbolística. Un futbolista
todoterreno, que se hizo con los galones en el centro del campo del Real
Madrid, y es que a toda su técnica, a esa manera tan sobresaliente de ver el
fútbol, a esa visión de juego solamente destinada a los privilegiados, Ricardo
Gallego sumaba su corazón vikingo.
¡GRACIAS GALLEGO POR DAR AL
MADRID TU INGENIOSA FORMA DE VER EL FÚTBOL Y HALA MADRID!
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