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31 de julio de 2013

El Celta tiene un plan.

Se salvó el Celta del descenso como más gusta salvarse una vez que te encuentras en esa tesitura: en la última jornada y en casa. El plus de que la salvación propia condenaba al pozo al eterno rival seguro que satisfizo a más de uno, aunque en las caras de los aficionados olívicos lo que se veía aquella noche era alivio más que otra cosa. Satisfacción porque el proyecto del Celta no se podía permitir entrar en la dinámica de "equipo ascensor" (esos equipos acaban pasando más tiempo en la planta baja que en el ático), porque la ciudad de Vigo siempre ha sido sinónimo de equipos vistosos (Karpin, Mostovoi, Revivo, "El Cuervo" Gustavo López, Catanha, Baiano u Oubiña pueden dar fe de ello) y porque el esfuerzo en el sprint final de la temporada no podía quedarse sin premio.
 

Y eso que las sensaciones que traía el equipo en la mochila no eran precisamente positivas en el tercio final de la pasada Liga. Un equipo dependiente en exceso del canterano Iago Aspas y en el que los jugadores que, en teoría y de acuerdo con los ceros de su sueldo, tendrían que tirar del carro tuvieron una aportación muy pobre (hablamos principalmente de Park y de Pranjic). Que, a falta de dos jornadas, el equipo contase solo con un mísero 4% de posibilidades de salvación tampoco es que sirviese de motivación
 
la destitución de Herrera y el nombramiento de Abel (con el sainete de la no contratación de su segundo, el polémico Salva Ballesta) fue visto por muchos, yo entre ellos, como la puntilla para el equipo. Nada más lejos de la realidad. El equipo jugó bastante mal, como todos los de abajo, pero lo cierto es que sacaron los partidos clave adelante. El hecho de salvarse con 37 puntos también tiene su lectura: en la salvación del Celta han pesado tanto los méritos propios como los deméritos de los tres descendidos.
 
El caso es que, por lo que sea, el Celta se salvó y parece que, en Vigo, se están haciendo las cosas bien. El mister elegido para consolidar el proyecto en Primera es Luis Enrique, sobre el que no voy a ocultar mis dudas, sobre todo tras la mala temporada que perpetró en la Roma, pero lo cierto es que, a su alrededor, está formando un equipo de garantías. Se fue Iago Aspas, el ídolo de la afición, pero ha venido Charles, que se ha hinchado a meter goles en Segunda, un delantero con muchísima hambre, cosa que el club echó en falta el año pasado. También han llegado Nolito y Rafinha, que si los unimos a Augusto, Krohn-Deli u Orellana, más el canterano Madinda, dejan la parte ofensiva más que cubierta. En defensa ha llegado otro canterano "made in Masía", Fontás, que se une a Cabral y Vila para formar una medular de garantías. En la puerta vuelve Yoel, después de cuajar una temporada más que notable como cedido en el CD Lugo. Pinta bien.
 
 
En cuanto al sistema de juego, Luis Enrique  parece que duda entre el 4-5-1 y un peculiar 5-4-1, que en ataque se convierte en 3-4-3. En ambos Oubiña, el gran capitán, marca el tempo en el centro del campo, acompañado de Borja o de Alex López, a elección del mister. También ha probado con el clásico 4-3-3 del Barça, opción más que válida con los jugadores con los que cuenta, pero quizás arriesgada para un equipo en formación y que ni de lejos tiene los automatismos necesarios para que ese sistema se ejecute correctamente.
 
Indudablemente, serán los resultados los que juzguen a este nuevo proyecto. Para Luis Enrique también es una oportunidad de reivindicarse en un equipo de Primera en España, ya que muchos desconfiamos de sus capacidades tras su paso por la Roma, pero no se puede obviar que el equipo que están formando en la ciudad olívica está ilusionando a los aficionados. Ahora, que el balón ruede.
 
Por @Dani_LQDM
 

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