En esta nueva
entrega, el protagonista es uno de esos jugadores que llegan sin hacer mucho
ruido para consagrarse y ser un fijo en el once durante años. Un lateral con
carácter, el claro ejemplo del que el esfuerzo, el trabajo lleva al éxito:
Michel Salgado.
Miguel Ángel
Salgado nació en As Neves, Pontevedra, el 22 de octubre de 1975. Su vida
futbolística desde sus inicios siempre estuvo ligada al Celta de Vigo y en la
temporada 1994/1995, cuando apenas contaba con 19 años, por fin dio el salto al
primer equipo celeste. Su juventud le hizo marcharse cedido en la 96/97 a la UD
Salamanca, para seguir creciendo y así volvió al club vigués para consolidarse
como uno de los mejores laterales españoles de la época, hecho que hizo que la
Selección Española llamase a su puerta.
Su debut con
la Selección no pudo ser mejor, fue en Chipre ante Italia y le llevó a ser uno
de los jugadores más cotizados por los principales equipos italianos, le
llamaban ‘Il Due’. Pero Michel tenía
muy claro a qué equipo quería ir, y ese no era otro que el Real Madrid.
Su sueño de
jugar en el equipo blanco se cumplió en el verano de 1999. Por delante una
tarea no demasiado fácil, hacer olvidar a Panucci y lo hizo con creces. En su
primera temporada se alzó con la Octava, comenzaba para él una época de
ensueño.
Diez años de
lucha, de garra, de fuerza, de carácter. Diez años en los que llegó a jugar 371
partidos oficiales. Ganando 4 Ligas, 3 Supercopas de España, 2 Copas de Europa,
una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental. Palmarés envidiable para
un jugador de raza, un defensa en el que por encima de todas sus cualidades
destaca la entrega, pero en su caso, esta entrega venía acompañada de una buena
técnica.
De los casi
cuatrocientos partidos disputados, Michel se queda con uno de Copa de Europa: “Recuerdo con especial cariño el encuentro de octavos de la Champions de la
temporada 2003/04 en casa ante el Bayern (1-0). Di el pase de gol a Zidane y
salvé otro bajo palos”. Un partido que sirvió para seguir el camino para conseguir la Octavo. Un
encuentro que le hizo coger confianza, galones pese a ser un recién llegado.
Salgado se ganó el cariño de la afición por su carácter,
sinceridad, honestidad y también se ganó al vestuario, convirtiéndose en un
peso pesado del mismo. Él mismo lo dijo: “Hay
que ser muy fuerte para sobrevivir en el Real Madrid”. Y él no solamente lo
consiguió sino que se erigió como un pilar y un símbolo de la época.
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