Sin embargo, y aquí es donde comienza la reflexión que quiero hacer al respecto, para Abidal el hecho de volver a jugar al fútbol fue algo más que volver al trabajo, a la oficina de cualquiera de nosotros. Para Eric, volver a vestirse de corto, seguir ejerciendo de lo que mejor sabe hacer, se convirtió en una meta. Ganar al cáncer por su familia, por su mujer y sus hijos, volver a ser el que era, volver a jugar al fútbol.
Durante mucho tiempo, tanto como duró la enfermedad de Abidal, el FC Barcelona se comportó como se espera que se comporte cualquier club de fútbol, desde Primera hasta Preferente. Ni más, ni menos. Se le ofreció todo el apoyo, se le facilitaron todo tipo de ayudas, sus compañeros le apoyaron en todo momento. Como debe ser. Muchas otras veces se ha visto (en casos, eso si, menos graves) como un club renueva al jugador que sufre una triada y va a estar 7 meses de baja. Es un detalle, el menor posible, que se puede tener con unos de los tuyos. Lo de Abidal no iba a ser menos, debería ser incluso más.
El guión, pues, iba según lo esperado (y exigido) por todos. Así, Tito Vilanova, otro afectado por el maldito cáncer, le dijo el pasado Agosto que "si te sientes con fuerza, te esperaremos lo que haga falta. Tu lucha es nuestra
fuerza”. Unos meses después, “su contrato está redactado y cuando juegue su primer partido lo firmaremos”,
declaró a Rac 1 el vicepresidente deportivo, Josep Maria Bartomeu. Era diciembre
de 2012 y Abi seguía luchando contra su enfermedad. Había que volver a luchar contra ella y nadie se iba a quedar atrás.
La sorpresa fue mayúscula cuando, a puntito de terminarse la Liga, al bueno de Abi le dicen desde la planta noble del Camp Nou que no, que mira, que no te vamos a renovar, pero hemos creado un puesto ad hoc para tí, de enlace entre las diferentes canteras del club por el mundo, algo institucional, ya sabes, no vamos a dejarte tirado y bla bla bla... Para cualquier otro que no hubiese pasado por lo de Abidal el trato sonaría bien: un puesto bien remunerado en un club de superélite, poco trabajo y sin salir del mundo del fútbol, para un jugador de 33 años, recién superado un cáncer... Pero Abidal no quería eso. Abidal quería jugar, quería seguir siendo futbolista.
"Es un día complicado. Me hubiese gustado seguir, pero el club lo ve diferente y
hay que respetarlo”, afirmó Abidal. “Aunque no tengo ofertas, creo que puedo
jugar dos años más. Me siento bien. A ver si el míster me pone el sábado.
Aprendí gracias a unos compañeros maravillosos”. Ese era Abidal el día que se oficializaba su despedida. Los "valors" del club del "seny" y la "humildat" no pudieron frente al caracter empresarial de la decisión de no renovar a un veterano, aunque fuese el más querido de la afición que, esta si, le apoyo y le quiso hasta el final. Concretamente, hasta que Rossell y los suyos decidieron que era el final.
Hoy, Abidal firma por un año con el club que le vio nacer como profesional, el AS Mónaco, un club presidido por un ruso multimillonario que tira de chequera como otros tiramos de tarjeta de puntos en una gasolinera: sin mirar. No deja de ser curioso que al bueno de Eric no se le renovase por motivos empresariales y precisamente lo contrate uno de los equipos hechos más a golpe de talonario que hay ahora mismo en Europa. Tal vez tengamos que empezar a hablar de los "valors" del Mónaco.
(Los entrecomillados, para mayor exactitud de la cita, han sido extraídos de "El País". Las imagenes de "El País" y la web oficial del AS Mónaco)
Por @Dani_LQDM
A tus pies. Muy grande. Y fuerza a Abidal, seguro le irá bien.
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