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29 de julio de 2013

El ocaso del (Super)Depor.

No hay unanimidad sobre cuando situar el cenit del Deportivo de La Coruña. Su palmarés marca tres puntos culminantes en su historia de 107 años: la Copa de 1995, recordada por la lluvia torrencial que anegó el Bernabéu y suspendió el partido, la del 2002, también en el Bernabéu contra el Real Madrid, el famoso "Centenariazo", y, como no, la única Liga que posee, la de la temporada 99-00. Curiosamente el Deportivo tiene también el 100% de efectividad en Supercopas de España, tres de tres. Se podría señalar aquella eliminatoria de Champions contra el Milán como un momento especialmente álgido del club y los habrá que, como yo, consideran la "no Liga" del penalty de Djukic como el punto de inflexión de un club que había ido creciendo poco a poco pero que necesitó de aquella catarsis para creerse de verdad que podía estar con los grandes, cuando una ciudad entera lloró la derrota más dura, para luego utilizarla como piedra sobre la que construir el futuro. Todos estos momentos entran dentro de la épica del club, pero, sobre lo que no cabe ninguna duda es que, en estos momentos, el club se encuentra en su momento más negro, al borde de la desaparición.
 
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El auge y la caída del Depor tiene un punto en común: Augusto César Lendoiro. Él es la figura clave de todo lo que, para bien y para mal, le ha pasado al Deportivo desde que, en 1988, tomó las riendas del club. No deja de ser irónico que, precisamente cuando Lendoiro llegó a la presidencia, el Deportivo pasase por un momento crítico económicamente (debía 500 millones de pesetas de la época). El club se salvó, además, del descenso deportivo a Segunda B en el último partido. A partir de ahí el club tomó la senda del crecimiento hasta el ascenso a Primera de 1991.
 
Lendoiro fue, junto a Arsenio Iglesias en la parte técnica, el gran artífice del SuperDepor, el Deportivo de La Coruña que pasó de un meritorio de provincias a seria alternativa al bipartidismo Madrid - Barça. Su gestión absolutamente presidencialista y tan peculiar como efectiva hizo que a Riazor llegasen jugadores como Djukic, el enorme Mauro Silva, Donato, Fran, Claudio o el gran Bebeto (cuentan que el brasileño estaba prácticamete firmado por el Borussia Dortmund y Lendoiro lo convenció contándole que el clima de A Coruña era similar al de Sao Paulo). Con esa base Arsenio, "O zorro de Arteixo", creó  un equipo rocoso, que formaba sin reparo con defensa de 5 si era necesario, un equipo que funcionaba como bloque y que despertó la simpatía de un país entero en aquella pugna con el Barça de Cruyff que terminó con el penalty nefasto que todos recordamos.
 
 
 
Repito que, para mi, aquel penalty fue el punto de inflexión del Deportivo. Se fue Arsenio, con una Copa del Rey y 2 subcampeonatos de Liga, y llegó Toshack, luego Carlos Alberto Silva, el interino Corral y más tarde Irureta, posiblemente el entrenador que más se acercó futbolísticamente al Depor de Arsenio. Se fue Bebeto y llegó Rivaldo, se fue Rivaldo y llegó Djalminha, Valerón, Makaay, Tristán... Jugadores tremendos que tuvieron que compartir vestuario con fichajes auténticamente desastrosos como "Mánteca" Martínez o Renaldo, y otros que pasaron con más pena que gloria, como Radchenko o Taborda. Lendoiro gobernaba con puño de hierro y el Depor seguía estando arriba, entre los grandes, jugando UEFA, jugando Champions... En el añpo 2000 se ganó la ansiadísima Liga, la que el destino le debía, con aquella alineación que todos los aficionados al fútbol recordamos de memoria: Songo`o; Manuel Pablo, Naybet, Donato, Romero; Mauro Silva, Conceiçao; Victor, Djalminha, Fran: Makaay. Casi nada.
 
No se sabe bien en que momento el Depor comenzó a torcer el rumbo. El descenso en 2011, además con el record de ser el equipo que ha descendido con más puntos en la historia de la Liga (43), se sucedió de un rápido ascenso al año siguiente, de la mano de Oltra, que comenzó es´ta última temporada pero no la ha acabado, dejando el testigo a Domingos Paciencia, que a su vez dejó el puesto a Fernando Vázquez. El de Castrofeito estuvo a punto de obrar el milagro, pero al final se cumplió aquello de "tanto nadar para ahogarse en la orilla". Nuevo descenso, y ahora con muchos más problemas.
 
El descenso, jugar en Segunda, es ahora mismo lo que menos le tiene que preocupar al aficionado deportivista. El partido que en estos momentos está jugando tiene como premio la supervivencia ya no deportiva, sino como entidad. La entrada del club en concurso de acreedores ha hecho que salgan a la luz las miserias administrativas de Lendoiro. A través de las páginas de los periódicos nos hemos ido enterando de la enorme deuda que Lendoiro ocultó a los accionista (pequeños accionistas, mejor dicho, ya que el presidente posee la gran mayoría accionarial, de forma directa o delegada), de más de 150 millones de euros, 97 de ellos con Hacienda y Seguridad Social. La Administración Concursal que dirige al club apunta a un concurso culpable de Lendoiro y el riesgo real del club es de desaparición, sin medias tintas.
 
Ahora quedan lejos los grandes nombres de antaño. Valerón, último ídolo de la afición blanquiazul, ha decidido acabar su carrera en su Las Palmas natal, Riki se ha ido y pronto lo harán varios más, como Aranzubía o Ze Castro. El equipo, por primera vez desde que salió Fran, tiene que volver a mirar a la cantera para completar plantilla, y la Segunda es una categoría cada vez más complicada. Puede que el SuperDepor vuelva algún día, pero estoy seguro de que, hoy por hoy, sus aficionados se conformarían conque el Deportivo siguiese existiendo en Segunda.
 
Por @Dani_LQDM
 
 

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