El estar lejos de casa, del ambiente habitual y
de las personas que habitualmente frecuentas y en especial de lo que más disfrutas
hacer o ver no es cosa fácil…sobre todo si el tiempo en el que estas lejos de
todo esto es largo. Pero estar lejos de
lo que disfrutas y sigues con pasión, simplemente porque te identificas con él,
sus valores, su historia, su pasado o su presente no es cosa fácil, pero lo
mejor de todo es cuando de das cuenta que tienes todo en contra y sin embargo
ALLÍ ESTÁ eso que tanto extrañas, que tanto te gusta….y ese algo fue el Madrid
en este caso.
Estuve fuera de lo habitual por un buen tiempo,
recorriendo diversos lugares y los mejor de todo fue tener la oportunidad de
conocer tanta gente con ideas y culturas diversas, que no importando el idioma
que hablas, todos y todas te entienden cuando pronuncias un ¡Hala Madrid!.
En uno de esos lugares que tuve la dicha de
recorrer pude encontrar un grupo pequeño de personas que me dieron una grandísima
lección de cómo convivir bajo el respeto, la armonía, la objetividad cuando no
todo es color de rosa y cómo se da la mano, aún a tu contrincante…la
características que teníamos todos en común: una camisola blanca y el corazón
blanco.
Nos encontrábamos en un lugar hermoso,
totalmente lejos de las grandes ciudades, de la rutina, de las prisas, pero sin
las ventajas que te da la modernidad: los móviles, el Internet, una cantidad
amplia de canales de televisión y frecuencias de radio…y una de mis mayores preocupaciones
fue “sin todo esto, pues ¿cómo veré a mi Madrid este fin de semana? ¿Habrá alguien que me entienda que NO puedo perdérmelo?”
Ya que perderme el encuentro no era una opción.
Y cuando no ver el Madrid no era una opción, te
embargan la mente y el corazón una serie de sentimientos, como quién me podrá
contar como estuvo el encuentro, quienes jugaran, como está la alineación y el
campo, quienes marcarán, donde está mi camisola que me la quiero poner, que no
molesten muestras está el juego, con quien veo el partido, donde hay señal de Internet o TV para ver al equipo de mis amores….etc.
Con las personas con quienes estaba no coincidíamos
en los idiomas que hablábamos, la verdad comunicarnos fue un reto,
prácticamente lo hacíamos con señas, hasta que encontré en la pared de un
restaurante en un espacio pequeño del mismo una foto del gran Don Alfredo Di Stéfano
firmada, una de Gento metiendo un gol, una del estadio Mateo Flores con casi las 50,000 personas, perteneciente a la ocasión en que ese gran Madrid visitó Guatemala en
el año 61. Al verla simplemente exclame
con fuerza ¡Hala Madrid!...y el lugar se rodeó de un gran silencio y me comenzó
a embargar la pena cuando todas aquellas personas gritaron la misma frase que
yo con sus particulares acentos (aquí les dejo unas de las fotos que vi).
Inmediatamente comenzaron a escucharse los nombres
como Butragueño, Gento, Di Stéfano, Juanito, Raúl, Redondo, Roberto Carlos,
Hierro, Morientes, Guti, Zidane, Ronaldo, Casillas, Ramos, Özil, Pepe, Benzema,
CR7….comenzaron a desfilar una serie de fotos, banderines, bufandas y camisetas
de distintas temporadas, incluso portadas de diarios guardados por décadas, con
artículos del Madrid, así como a sonar una versión del primer himno del Madrid…se
escuchaban las risas, comenzaron los abrazos, los apretones de mano, a verse
las sillas, una gran bandera del Madrid….y de pronto…aparece ¡UNA TV! Sí señor,
una TV de las viejitas, de esas antiguas en blanco y negro, nada delgadas…y
finalmente…el Bernabéu en pantalla, ¡me sentí como en casa!....y ese día
nuestro Madrid ganó, gritamos los goles cada uno en su idioma, dialecto o
lengua pero con el mismo corazón blanco.
¿Qué pude aprender de todo esto? Pues que la
vida te sorprende día con día, que diferentes idiomas o lenguas no te no
impiden gritar un gol, que las diferencias en las personas no deben de
separarte sino unirte porque tienes un común denominador (en este caso el Real
Madrid) y sobre todo que…en cada rincón del planeta s encuentra el Madrid, que
más de alguna cosa o persona tiene lleva
consigo una parte del Madrid, que siempre hay un madridista dispuesto a abrirle
los brazos a otro madridista, cumpliéndose así la siguiente frase: “Veteranos y
noveles miran siempre tus laureles con respeto y emoción”. ¡HALA
MADRID!
Hasta la próxima,
La Chica de la Bufanda Blanca
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