29 de agosto de 2013

Leyendas del Madridismo: Santamaría



Nuestra “Leyenda del Madridismo” de esta semana es un defensa que marcó una época, el complemento perfecto en la zaga de un equipo de ensueño, del mejor equipo de todos los tiempos, nunca unos jugadores ganaron tanto y con tanta superioridad al resto. Un uruguayo descendiente de españoles que recaló en el Real Madrid gracias a una memoria única, la de Don Santiago Bernabéu, ese no es otro que: Santamaría.



José Emilio Santamaría nacía el 31 de julio de 1929 en Montevideo, Uruguay. Sus primeros pasos en el mundo del fútbol los dio en el Atlético Pocitos, pero le aguardaba un futuro prometedor y una gran carrera que consiguió gracias a dar el gran salto, en 1947, al Nacional de Montevideo. Su vida había estado ligada al importante equipo uruguayo desde siempre, su casa estaba al lado del Estadio Nacional y fue allí donde se convirtió en el mejor defensa de toda Sudamérica.

Destacó sobre manera en el Mundial de 1954, seguramente él nunca lo pensó, pero gracias a esa cita mundial acabó fichando por el Real Madrid y formando parte del mejor equipo nunca visto. 

Cada año, Bernabéu fichaba a un jugador internacional. Así hacía que en vez de estancarse, el Madrid cada año era más peligroso. En 1953 llegó Di Stéfano, en el 55 Rial y en el 56 Kopa, formando una delantera de ensueño. Pero había que fortalecer la zaga y ponerla al mismo nivel que aquella irrepetible delantera. Fue entonces cuando Don Santiago se acordó de “aquel chico rubio, hijo de españoles…”, aquel defensa que en el Mundial dejó a propios y extraños asombrados por su desparpajo y solidez defensiva. Al capricho del presidente se le unió el principal valedor de Santamaría, Héctor Rial.

Así, el uruguayo cruzó el océano dejando atrás siete Ligas, una Copa de Montevideo, un Torneo Rio Platense y dos Torneos Cuadrangulares Sudamericanos.

Llegaba por fin al Madrid el defensa por antonomasia del mejor Madrid de la historia, por 125 mil pesos y mucho que dar al club, que por aquel entonces, se les comenzaba a conocer como “Los Vikingos”. Fue en 1957, tras la segunda Copa de Europa del Real Madrid. En su primera campaña como merengue ganó Liga y Copa de Europa. Esto sólo fue el principio, tras estos llegaron otras cinco Ligas, tres Copas de Europa, una Copa de España y una Intercontinental.

Todo ello lo logró durante las nueve temporadas y en sus casi 500 partidos como jugador blanco. Pero, no sólo fue un jugador importantísimo para el Madrid sino también para las dos selecciones con las que disputó un Mundial, Uruguay y España. En su primer partido con España no quiso intercambiar la camiseta con ningún jugador porque tenía dueña, su madre, que siempre sufría cuando le llamaban ‘gallego’ en Uruguay y ahora sería feliz al ver como triunfaba su hijo con su país.


En 1966, se retiró y fue homenajeado por todo lo alto, aunque aquella noche el Real cayese. Tras toda una vida dedicada al fútbol en activo, en 1968 pasó a ser entrenador de España con la selección Olímpica y la Juvenil. De ahí, entrenó al Espanyol en los años más brillantes del club perico y regresó en el 78 a la Federación Española de Fútbol para ser primero, coordinador de selecciones y más tarde seleccionador nacional en el Mundial de España de 1982.

Santamaría fue el principal artífice junto a Gento del exitoso paso del Madrid de Di Stéfano al Madrid ‘yeyé’. Su jerarquía en el club y en la zaga vikinga hicieron de él uno de los mejores defensas de la época. Ordenado y fuerte, un auténtico muro, con un poderoso juego aéreo, un central con mayúsculas. No solía trabajar el ataque, pero su contención y decisión en las tareas defensivas más complicadas hacía que aquello se olvidase porque gracias a su poderío defensivo pudo contribuir a que el Madrid comenzase a ser Leyenda.

¡GRACIAS SANTAMARÍA POR TU EXPERIENCIA Y PODERÍO Y HALA MADRID!





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